Territorio comunitario, ancestral, sagrado y educativo de los Pueblos Originarios. Desembocadura del Arroyo Garín en el Canal Villanueva, Partido de Tigre, Provincia de Buenos Aires. Humedales continentales del río Luján.
Por Erica Del Frate.- En Dique existe un rinconcito. Un lugar privilegiado, un lugar de resistencia. En Dique existe nuestro propio Kamchatka. Allí en Punta Querandí hay una pelea, alegre y perseverante al igual que peligrosa. Es una batalla por la memoria. De los que fueron los primeros, de aquellos que masacrados murieron y en el canto de sus presentes renacen.
Punta Querandí es una mancha en medio de tanto extractivismo. Punta Querandí está rodeado de ese nuevo modelo de vida que propone el barrio cerrado. Ese avance inmobiliario desatado que en Tigre llega a desplazar tierras enteras de barrios, ecosistemas, culturas.
Allí en Punta Querandí hay un sitio arqueológico, sostenido por la organización comunitaria que lo defiende. Hay un museo indígena autogestionado. Hay un OPY, lugar sagrado guaraní. Hay un salón de reunión, un horno de barro, un vivero. Allí en Punta Querandí hay baile, hay transpiraciones, hay hombres y mujeres que semillan la cultura Toba, la Guaraní, la Diaguita, Coya. Todo allí está distribuido en el correr de un pentagrama. Hay calor, tierra, flores, monte, hay florcitas blancas de papel que cuelgan de los árboles, hay agua, juncos, rio, hay risas, charangos, manos sucias de trabajo, hay peñas, carpas instaladas para las guardias nocturnas, artesanías, saberes, comunicación incesante, fulgurosa de nuevas redes de tramas antiguas.
En Punta Querandí hay historia viviente, vibrante, torrentes circulares de lenguas y sentidos.
A Punta Querandí lo amenazan, lo rompen, lo denuncian, lo destruyen, lo cercan, lo blasfeman, lo describen como salvaje, hippie, delincuente. Para ese fenómeno obtuso que significa el desarrollo urbano de estos tiempos, para O´ Reilly, Punta Querandí no cuadra.
Punta Querandí no puede entrar en el cálculo, porque no es un número, no es un cálculo vacío. Punta Querandí es el movimiento, un punto sin centro en la historia de los pueblos. Que se comulga entre el pasado y el presente. Y ese devenir poético y creativo no puede ser jamás encapsulado en el provocante cálculo moderno.
Hoy enfrenta la amenaza real de desalojo.
LA BATALLA ES EL CÁLCULO CONTRA LA HISTORIA VIVIENTE. ES EL DINERO CONTRA LA CULTURA.
Dique protege, en su rinconcito húmedo, a este lugar sagrado, que late la historia de una tierra que sigue pidiendo sin rencores, que dejen de someterla al algoritmo de la ganancia.
Punta Querandí resiste, son un orgullo, una esperanza, una rajadura en el cemento que deja ver las lunas llenas danzando múltiples en el agua calma, los abanicos de verdes, fluorescentes y secos que brotan desde los tiempos en donde el Sol bajaba a la Tierra a darnos la bienvenida.
Qué sería de nosotros sin esas rendijas por donde entra el aire, por donde nace el fuego.
Que resista, que gane, que crezca.
NO al DESALOJO DE PUNTA QUERANDI.