Territorio comunitario, ancestral, sagrado y educativo de los Pueblos Originarios. Desembocadura del Arroyo Garín en el Canal Villanueva, Partido de Tigre, Provincia de Buenos Aires. Humedales continentales del río Luján.
Durante el 2021, un grupo de mujeres ceramistas investigaron sobre los tiestos de vasijas de mil años de antigüedad hallados y protegidos por la comunidad de Punta Querandí, así como sobre la arcilla del lugar, con el objetivo de recrear las cerámicas elaboradas por los ancestros y ancestras del territorio. El domingo 26 de diciembre, montaron en el Museo Autónomo de Gestión Indigena el resultado de su trabajo, sumando una nueva herramienta educativa.
A comienzos del año pasado, las ceramistas de Olleras Cooperativas, Anatiri y Taller Amaru, vecinas de Ciudad de Buenos Aires, Escobar, Avellaneda, Trenque Lauquen y otros puntos de la provincia, acercaron la propuesta a la comunidad: recrear cerámicas completas y exponer el fruto de esta investigación en el Museo Autónomo de Gestión Indígena, además de dejar algunas piezas para uso cotidiano.
En mayo, las compañeras vinieron a recolectar la arcilla al territorio y a relevar los tiestos expuestos en el Museo. La pasta cerámica fue preparada y la dejaron descansar meses hasta que volvieron en octubre a hacer las ollas y los cuencos. Finalmente, en noviembre regresaron para hacer la quema en un horno de barranco.
Para montar estas recreaciones tuvieron importantes gastos, que pudieron solventar con una rifa que llevaron a cabo el reciente 5 de enero. En los próximos días se incorporarán unas imágenes y un texto explicativo del proceso, pero el resultado ya se puede visitar los días domingos en Punta Querandí.
Se planifica una presentación más formal en el marco de la celebración guaraní de Ñemomgarai (bendición de los frutos maduros) a fines de este mismo mes.
Compartimos un escrito colectivo de las ceramistas e imágenes de esta investigación.
«HACER CERÁMICA ES CONSTITUTIVO DE NUESTRA CULTURA»
Somos un grupo de mujeres ceramistas que valoramos la cerámica preexistente a la conquista en nuestro territorio y en esa cultura material reivindicamos a aquellas y aquellos hacedoras y hacedores del oficio, situando esa forma de hacer cerámica no como un exotismo sino como elemento constitutivo de nuestra cultura.
Sabemos que en la provincia de Buenos Aires han emergido, entre puntas de flecha y esferas de boleadoras gran cantidad de tiestos o trozos de cerámicas pequeños, o grandes, pero que en todos los casos tienen un mensaje silencioso, objetivo. Son vestigios del pasado en nuestro presente.
Al observarlos, interpretarlos, comprendemos que son documentos, testimonio tangible de las acciones del ser humano en el pasado. Mediante su estudio podemos inferir el desarrollo material alcanzado por aquellas personas, sistemas de representación de la naturaleza y/o pensamientos, condiciones medioambientales, y tantas otras cuestiones, pero esencialmente posibilitan la desarticulación del relato histórico en el que crecimos. Lo fundamental es afirmar que la llanura no era un desierto inhabitado por humanidad alguna.
Habitantes de diferentes lugares de Capital Federal y conurbano bonaerense donde, los cimientos que soportan la inmensidad arquitectónica que detenta esta gran urbe parece enterrar bajo ese peso la idea de Buenos Aires antes de Buenos Aires, pero tarde o temprano esa verdad histórica, ese pasado, aquellas culturas salen a la superficie en su materialidad y ya no puede ser ignorada, aunque el vértigo citadino pretenda hacerla a un lado y continuar con su lógica.
Es así que supimos de la existencia de Punta Querandí, espacio, sitio donde la fuerza de y ese pasado se hizo ineludible en la organización de varias comunidades ante un hecho concreto que, entre otras cuestiones integra la reunión de gran cantidad de trozos de cerámica que además siguen brotando en el sitio.
Si pensamos a esos tiestos como documentos no textuales que nos permitan reconstruir el pasado, abordándolo desde la idea de Foucault cuando dice que “el documento no ya como materia inerte…..” sino como posibilitador de “definir en el propio tejido documental unidades, conjuntos, series, relaciones” donde es necesario “trabajarlo desde el interior y reelaborarlo” es que propusimos crear a partir de esos tiestos ese todo organizado que es un objeto, que son objetos que, en su tiempo y contexto tuvieron una utilidad específica pero hoy, esa utilidad muta hacia la necesidad de ser testimonio y denuncia.
Es entonces, que apelando a Octavio Paz quien dice respecto a una pieza azteca que, los objetos antiguos, aún siendo los mismos cambian de sentido según el contexto histórico y el lugar que ocupan, nos acercamos a estos tiestos que hoy habitan en vitrinas, los estudiamos y reconstruimos a partir de ellos piezas completas que los acompañen para contribuir desde nuestro oficio a mostrar la dimensión cultural de los pueblos que vivieron en el lugar.